sábado, 4 de abril de 2009

Gracias

(Alexandro Roque, Carlos Tapia, Amanda Cárdenas, Jorge Álvaro Tapia)

La presentación del pasado Jueves fue bastante concurrida, agradable y divertida. Un agradecimiento muy grande a todos los presentes que apoyaron este evento.
Al CANTE, al CEART, a nuestros presentadores Carlos Tapia y Alexandro Roque, al Machas que nos prestó la imagen impresa de la portada para el escenario, a Omar Bernal que andaba de camarógrafo, a los conductores del programa cultural del canal 9, a Miguel y su grupo en vivo, a los que estuvieron en las mesas de revistas y brindis, Charlie, Rocío, Willy, Mayra, Balduvin, Pablo... Y al Pavel del café Il Fatto por darnos el espacio para el after de celebración.
Dejamos el texto con el que Alexandro Roque nos dio sus comentarios para esta presentación, y a quien le agradecemos una vez más su apoyo.

Hace año y medio no conocía esta publicación. Desde el número anterior me la regaló una amiga que también es mi alumna. La más reciente es la número 10. Y la portada es voraz como el personaje de El Manchas… Esta revista se llama blasfemia... Interesante.

Se necesitaría ser muy obtuso para considerar blasfemia una revista juvenil, algo así como funcionario cultural que ha leído la mitad de “El dinosaurio” de Monterroso.

Y sin embargo esta revista se llama blasfemia con su cabezal donde blasfemia sobresale, en el nombre lleva el llamado a transgredir, a arriesgar por cuanto esta revista se ha propuesto, y son palabras de su editorial en su página web, “dar a conocer propuestas diferentes, promover nuevos talentos y crear un convenio artístico de intercambio con jóvenes varias ciudades y países”, una revista de jóvenes en su mayoría potosinos que buscaba ¿o busca? “que los artistas jóvenes fueran tomados en cuenta y se les apoyara para que dentro de este proyecto pudieran desarrollarse”.

En tiempos del blog como remedio instantáneo y mundial para la publicación, Amanda Cárdenas y su equipo nos traen el número 10 de esta revista se llama blasfemia, una revista impresa, editada en provincia pero con nexos hacia todas partes (este número tiene como invitado a Colombia, tiene testos de sonorenses y zacatecanos) mediante la red y mediante las amistades, la búsqueda y el azar porque, como todo el mundo, en un acto literario, libertario podría decirse, hay mucho de suerte para conseguir colaboraciones, lograr el diseño adecuado y para que la imprenta entregue a tiempo.

Tenemos así algunos elementos sobre los que podemos extendernos en definiciones, problemas y confusiones. Revista, Blasfemia, medios impresos, lectura, jóvenes, literatura juvenil, grupos literarios, Colombia, provincia, libertad. Mi propuesta es que tomemos algunos de estos elementos y juguemos con ellos. Quiero plantear algunos dilemas, algunas preguntas a Amanda y al público, porque como muchos no conozco la historia completa de los diez números de esta revista se llama blasfemia.

Me gustó casi toda la revista, y en ese gusto entran muchos textos, elementos de diseño, imágenes, el tamaño de la revista, la tipografía usada, las cajas y la sencillez.

Si buscamos blasfemia en el mamotreto de la Real Academia de la Lengua resulta que es la “palabra gravemente injuriosa contra alguien”. Injuriosa, injuriosa.. me suena. Injuria es, según la Academia, “delito o falta consistente en la imputación a alguien de un hecho o cualidad en menoscabo de su fama o estimación”. No veo injuria ni blasfemia en este número, aunque siempre toda palabra asigna cualidades y significados que no son necesariamente los que el emisor quería aportar.

Revista implica diversidad de autores y temas, buscar el diseño adecuado y el tono general de la publicación, así como una periodicidad que no siempre se cumple. Que esta revista se llama blasfemia haya logrado llegar a su décimo número es casi un milagro en el desierto donde sólo sobreviven los más apegados al presupuesto oficial, donde esfuerzos serios se pierden al tercer número por el dedo hacia debajo de los funcionarios en turno.

Editar no es fácil, y más cuando intervienen tantos egos, dicho sea en el sentido freudiano. Los tiempos, la corrección, el armado de las planas, el sitio de cada colaboración, las imágenes, el cabezal, ¿dónde están los currículums?, la segunda tinta, no ha llegado la publicidad. Hay veces, los he visto, que cuando un nombre está mal escrito arde Troya y hasta se habla de boicot.

Pablo Ruiz Picasso pintaba en sus famosos cuadros cubistas los dos ojos de una figura, aunque ésta apareciera de perfil. Ese ojo no está en la cara que se ve, pero sabemos que existe. El editor, no siempre cubista, es el que tiene que mirar con todos los ojos aunque estos no se vean en el producto final. Parece que está clavado en una cosa y está en mil asuntos a la vez, con fortuna o sin ella.

En este número hablamos de siete personas en el directorio, 24 colaboraciones de 21 colaboradores divididas en cinco secciones no continuas, ya nos dirá Amanda por qué, 52 páginas a dos tintas más forros en selección de color, cuatro páginas de publicidad. Uf.

Imposible hablar de cada una de las 24 colaboraciones, pero hay textos disfrutables en cada sección, propuestas que hay que valorar.

Territorio de contrastes, retomo por ahora dos evidentes comparaciones que se hacen en la revista. Entre Colombia y México, en el reflejo en el espejo que lanza Jesús Carmona, y entre Macondo y Comala, que responde Juan Manuel Roca con agudeza. En la primera, vemos que la muerte está en guardia, que la simbiosis crimen organizado y Estado se vuelve repetitiva y que la literatura es un arma pero también un escudo. En el segundo caso, Roca es Virgilio y es Beatriz: “Visito más a Comala que a Macondo. He viajado a Comala en el tren del guardagujas de Arreola. Guardo, como un novio fiel, el retrato de la Catrina, que es el correspondiente gráfico de Posada al mundo de Comala. Don Juan Rulfo es nuestro más ubicuo compatriota”.

En su blog, que hay que visitar, esta revista se llama blasfemia nos habla de cambio en este número 10, de “parámetros de calidad”, así como de actividades complementarias como exposiciones y conciertos, videoarte, apoyo a campañas sociales, etcétera y se sigue hablando del apoyo a jóvenes creadores.

Yo hace dos años que ya no puedo ser considerado joven creador, pero siempre me he preguntado qué entender por literatura juvenil, igual que me lo pregunto por qué entender cuando se habla de literatura gay, literatura erótica, literatura femenina o literatura universal. ¿Cuáles son las fronteras teóricas para delimitar estos géneros? ¿Es de jóvenes o para jóvenes, o ambas? Edad, temas, géneros, propuesta, todo puede intervenir o no para ser literatura de jóvenes. Y es que no olvidemos que sin ser consideradas así muchas de las grandes obras de la literatura universal han sido concebidas por creadores que apenas llegaban a los 19 años, como Arturo Rimbaud o Mary Shelley.

Toda publicación colectiva, sea revista o libro, es una apuesta por la diversidad, el riesgo de caer en el abismo de lo desigual. Es una apuesta ganada si tomamos en cuenta que la revista ha entrado en una etapa de madurez, incierta como todas, y que en ella se combinan nuevos escritores con maestros como Juan Manuel Roca. La habitación kitsch y la obra del Manchas le dan una imagen muy propia y la portada de este número sobresale de los anteriores, por eso me gustaría saber más de los cambios editoriales y de diseño que han tenido que vivir sus responsables.

Adelante entonces. Como los blasfemos dicen, “en el terreno del arte existen muchos espacios por llenar. En la antología Creación joven 1997-1999, narrativa, publicada hace ya nueve años, Agustín Monsreal hablaba así a los entonces escritores narradores, aunque sus palabras bien se pueden aplicar a poetas y otros escritores:

“Consecuencia de un mundo colérico, inestable y vertiginoso, las voces de estos jóvenes asumen los no pocos contrasentidos de su época y se lanzan, con diversas fortunas, a meterse en los laberintos de la realidad para expresar los afanes íntimos, las dudas y desencantos, la desesperanza inaudita con su rémora de opresiones, incertidumbres, vías de escape que no pasan de ser mera cosmetología social. Desparpajados, violentos, quizá un tanto presuntuosos y arrogantes, pero también lúcidos, sensibles, escriben a corazón abierto de todo cuanto los rodea, sin autocensura, sin concesiones, si acaso, y este es a mi parecer el grueso pelo en la sopa, con demasiado apresuramiento, con una lamentable escasa preocupación, o inquietud, o simple curiosidad por conocer el fondo de los misterios que encierra y los rigores que exige el trabajo literario. Sin embargo el tiempo, que es quien siempre tiene la última palabra, dará el veredicto definitivo. Quedarán los que hagan de la literatura no sólo un oficio o una profesión, sino un destino.”

El último asunto que les quiero comentar, y sugerir a Amanda Cárdenas y compañía, es la opción que ofrecen las revistas como punto de encuentro generacional, y es ahí donde debe radicar su valor como medio de expresión literaria de un grupo de jóvenes.

La mayoría de las publicaciones periódicas no han fungido como punto de reunión y propuesta, sino como una simple antología o reunión de amigos. En San Luis Potosí parecería que las última generación como tal es la de La densidad del aire, que fue un libro publicado por la UNAM y que tenía obra poética de Esquer, Porras, Rangel, Aguilar y Alonso. No hay foros grupales, manifiestos, propuestas colectivas como alguna vez lo fueron las revistas El Zaguán o Taller.

Después parecería que nos difuminamos, que cada quien anda por su cuenta en este balde de gusanos. Algunos nos identificamos en la edad pero no siempre en propuestas. Criticamos al que hace pero no hacemos nada.

En esta revista se llama blasfemia hay una veta para extraer el mineral que hay en esta ciudad que tantas veces se ha dejado robar.

San Luis tiene de nuevo estudios profesionales en letras, en literatura, tiene opciones editoriales y revistas de muy diverso tono. Hay que apoyar estas esperanzas cuando la inseguridad y la pobreza nos acechan, cuando la intolerancia o el desdén se dejan ver en los consagrados, cuando la vida no deja de mirarnos.

Blasfememos, que para eso estamos aquí.

Gracias.

Alexandro Roque
San Luis Potosí, SLP, 2 de abril de 2009